lunes, 30 de noviembre de 2015

Nunca nos tomamos una foto.
Pocas veces nos tomamos de la mano.
Aún recuerdo cuando tomó por primera vez mi mano, estaban cruzados nuestros brazos, él iba conduciendo y puso una canción. Luego entrecruzó sus dedos con los míos y mis tripas también se entrecruzaron. Experimenté un sentimiento que estaba tan alejado de mí desde hacía tanto...
Conocí a su mamá. a su familia y su recámara. Me metí hasta en sus sábanas, pero nunca supe si me dejó entrar en su corazón.
Si sintió algo real por mí. Nunca me dijo "te quiero" ni algo parecido.
Las acciones hablaban.
Y me siento feliz. Plena. Extasiada cada que traigo a mis días un recuerdo de esos días junto a él.
No tenía el control de la relación,
Nunca sabía cómo reaccionaría.
Nos tocó ser impredecibles.
Deseé muchas cosas, que no pasaron, otras que me hubiese gustado en otra manera, pero no, en cambio aprendí a disfrutar esas que sí quería, las que sí disfrutaba y me dejaba sorprender por lo que no me imaginaba.
Me gusta el oleaje con el que me movía y me sacudía, me desbalanceaba y me llevaba a conocer nuevos puertos.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Antidepre.


No esperes a que te vengan las ganas 

Cuando te invade el desánimo desaparecen las ganas de hacer cualquier cosa y probablemente te quedas en tu casa, pensando una y otra vez sobre lo que te provoca la tristeza. Ten en cuenta que si continúas en ese estado durante mucho tiempo la inactividad se apoderará de ti y comenzarás a aislarte peligrosamente. No esperes a que te vengan las ganas nuevamente, haz acopio de todas tus fuerzas y comienza por algo pequeño. Date un buen baño que te relaje o cámbiate de ropa, aunque no tengas pensado salir. Comienza a dar paseos cortos con alguien con quien te sientas a gusto y poco a poco comenzarás a realizar actividades que realmente te gratifiquen. 

Expresa lo que sientes a los demás 

Si bien cuando estás triste resulta muy difícil relacionarse con los demás, expresar lo que sientes y piensas aliviará tu aflicción y el desánimo. Ello te permitirá tener otra visión de tu problema, ya que cuando estás con depresión todos tus pensamientos son negativos. Además, es importante que le indiques a tus seres queridos cómo pueden hacerte sentir mejor, ya que de otro modo pueden actuar erróneamente y aumentar tu desánimo. El apoyo de los demás es uno de los remedios más efectivos para mejorar tu situación.

Busca la luz 

Hay muchos estudios que han demostrado que la falta de luz causa depresión. Es por ello que para combatir tu desánimo deberías intentar exponerte a la luz del día tanto como sea posible. Busca un libro y siéntate al sol durante un rato o aprovecha a hacer las compras en la mañana o en las primeras horas de la tarde y verás como gradualmente vas recuperando la energía.


Comienza a realizar ciertas actividades físicas 

La actividad física aumenta los niveles de endorfinas (las hormonas responsables de brindarte la sensación de bienestar) por lo que debes hacer el esfuerzo de ponerte unas zapatillas deportivas y caminar, aunque sea un rato. Comienza paulatinamente y a medida en que te vayas poniendo en forma, mejorará tu ánimo, recuperarás poco a poco la energía y tendrás más herramientas para combatir el desánimo y la depresión.


Aprende a meditar 

Si aprendes a meditar lograrás que tu mente quede en silencio, interrumpirás el diálogo interno y obtendrás una sensación de serenidad y bienestar. Si comienzas a practicar habitualmente la meditación lograrás una calma mental que no obtendrás por otro método y recurrirás cada vez menos a la repetición de pensamientos negativos u obsesivos. También te permitirá cambiar el enfoque con el que percibes tus problemas y podrás encontrar una solución más creativa para superarlos. Si no sabes cómo hacerlo, hay muchos recursos en línea que te enseñarán la técnica adecuada. Si lo has intentado todo y el problema persiste, no dudes en buscar ayuda profesional.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Incompleto.

Hoy encontré con escritos, fotos y canciones que me recuerdan a Camp Ernst.
Más que nostalgia, me dio alegría.
La nostalgia implica dolor, y no, en mí no hay ni una esquinita de dolor.

Hasta que llegué a esta foto.
Una foto que adjuntar para el libro "días que viví doble".
Viernes 31 de julio.
Lo intenté muchas veces, sobre todo cuando estaba reciente, pero llegué a percatarme que lo que sentí ese día no podré escribirlo nunca.
No existirán palabras suficientes para lo que siento cuando cierro los ojos y me transporto, anhelando que no se repita nunca.
Estoy fascinada con esa manía de la vida de hacerte despertar con la nula noción de qué pasará ese día.
Regresaba el sábado a México, o al menos ese era el plan. Disfrutaría mis últimos días en el camp y el sábado iría a desayunar con mis amigos, para después ir al aeropuerto y viajar de regreso.
No recuerdo a qué hora fue mi descanso ese día, pero se me ocurrió ir al Welcome Center, donde teníamos internet.
Solía mandarles mensajes a mis padres cuando podía pero generalmente me desconectaba rápido, puesto que la política era no celulares.
Llega una nota de voz.
Aún escucho palabra a palabra, húmedas y angustiadas, todas en mi cabeza diciendo "Muñeca, no te desconectes, por favor, no te desconectes"
El corazón se me estremeció, conozco a mi madre y sabía que ese cúmulo de palabras no traía nada bueno.
Y dicho y hecho.
El fin de mi viaje. Completamente distinto a como lo imaginé.
Mis fotos del último viernes, reflejan mis ojos hinchados, llenos de no tener respuestas, llenos de adiós.
Lejos de salidas, de respiros entrecortados, presencia de oxígeno pero gritos ahogados. Miedo.
Me di tanta